Tira cómica del diario Levante, por montecruz.
Estamos en año electoral y comprobamos a diario que la destrucción progresiva del bipartidismo es combatida, cada vez de forma más descarada, con mensajes positivos que buscan darnos a entender que nos encontramos en un punto de inflexión, donde cualquier futuro inmediato será mejor al anterior. Y si no lo ves, pues que sepas que eres un cenizo y un demagogo.
Las exportaciones suben [1, 2], tendremos una bajada de impuestos para el próximo ejercicio, el paro va bajando (69.000 parados menos en 2013), el número de ricos sube a niveles previos de la crisis... Mientras que por otro lado el número de habitantes baja más que el número de contratados (476.000 habitantes menos, o lo que es lo mismo por cada parado menos casi 7 personas han salido del país), los salarios bajan por tercer año consecutivo [1, 2, 3], mientras que las pensiones estarán congeladas hasta 2017 (y llevan así desde 2011) y el salario mínimo sigue congelado desde que Mariano Rajoy es presidente [1, 2, 3]. Y ahora el colmo: en España, con un desempleo del 25,10% (según Eurostat), tendrás que pagar impuestos hasta por ser despedido.
Esto señores, es un país de pandereta. Indistíntamente de quién gobierne, hemos llegado a un punto donde la prioridad no es salvar a la clase media, si no fabricar ricos a costa de quitarle derechos a la ciudadanía. Desde el punto de vista del neoliberalismo tiene su lógica: Cuanto más contentos estén los ricos, más podrán invertir en crear empresas y esto a su vez generará puestos de trabajo.
El problema viene cuando se pierde el norte, cuando a un ciudadano se le exige cobrar 600 euros por trabajar 40 horas semanales o ser ascendido a programador junior tras llevar siete años picando código en una empresa. Hemos llegado a un punto donde el Gobierno se ha cegado tanto en hacer atractiva la contratación que a los obreros ya no les interesa ser contratados, si no que necesitan irse del país para poder pagar una hipoteca o el préstamo de turno. Hemos llegado a un punto donde observamos con estupor que nuestros vecinos de la eurozona gozan de salarios mínimos superiores a los 1.400 euros mensuales, mientras que aquí debemos de dar gracias por la calderilla del pudiente. Es decir, la relación cordial entre empleado que presta un servicio y empleador que le paga por ello se rompe en favor del dueño que te lanza un hueso para que le des la patita.
No me malinterpreten. Una empresa es creada para generar dinero a sus respectivos dueños. Eso es de primero de Económicas. Pero la casta, sea política o empresarial, debe de entender que el obrero tiene que comer. Y si se le da lo básico para comer, por lo menos el Estado está en su deber de garantizar una mínima calidad de vida. Y no, aforar a un rey que abdica no tiene nada que ver con las prioridades de este país, al igual que tampoco lo tiene esta nueva reforma fiscal.
Para que podías entenderme, al ciudadano medio le da igual pagar un 19 o un 20%. Lo que quiere es tener una educación pública y de calidad, puesto que no puede costearle una privada a sus hijos. Quiere una sanidad pública y de calidad, puesto que no puede costear un seguro privado a su familia. Quiere unos transportes públicos baratos y de calidad, puesto que no tiene por qué permitirse pagar la ORA cuando se desplaza a su lugar de trabajo. Es más, quiere tener unos servicios de seguridad (policía, bomberos...) más que suficientes que le garanticen la protección que necesita él y su entorno. Además, el ciudadano medio quiere tener la certeza de que cuando sea despedido cobrará más de 400 euros de prestación por desempleo para que sus amigos, familiares e incluso hijos no le vean mendigando en el Mercadona para poder llegar a fin de mes, mientras además se encuentra buscando un nuevo empleo.
Es muy cómodo decir que un español medio pagará 200€ menos en impuestos. Pero el español que cobra 25.000€ al año aún puede comer. La magia de la hacienda pública es poder redistribuir la riqueza. Es hacer que la gente que más tiene apechugue y tire del carro. Y no, la gente que gana entre 20.000 y 30.000€ no es la que debe de tirar del carro como nos da a entender la reforma del Gobierno. Al igual que en un equipo de fútbol, quien tira del carro debe de ser el crack, el que más cobra. Y si además resulta que al que debería de tirar del carro le pedimos que se relaje, nos encontramos con que estamos sacrificando a los sectores menos pudientes... estamos condenando a la pobreza a esas personas que cobran el salario mínimo desde hace tres años, a esas personas que tienen las pensiones congeladas desde 2011, a esos discapacitados que costearán con su copago la subida del IVA sanitario del 10 al 21%...
Os refresco la estadística, por si os da por hacer un viaje en breve: por cada parado menos, tenemos siete habitantes que se han ido de España. Creo que algo falla en nuestra nación. Y seguirá fallando si seguimos por este camino.
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