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20 diciembre 2011

La reforma electoral de UPyD y otros lloriqueos

Hoy el Congreso de los Diputados ha elegido a Rajoy como el sexto presidente desde que se restauró la democracia. Él no ve la necesidad de reformar la ley electoral, puesto que entiende que es razonable. No le culpo, yo también lo vería razonable si obtuviera el 53% del Congreso con sólo el 44% de los votos.

Este punto entra en conflicto con Unión Progreso y Democracia. El partido de la "derechista alternativa" de Rosa Díez que reclama que Convergència i Unió tiene menos votos y tres veces más diputados. El problema es que a Rosa no le salen bien las matemáticas: "CiU" tiene el 4'2% de los votantes y obtiene una representación del 4'5% de los diputados. Repito, el Partido Popular tiene un 44% de los votos y una representación del 53% de los diputados. Claro que atacar a Rajoy no da tanta publicidad en Madrid como atacar a los catalanes y a los vascos. Si eso, decimos que los vascos son etarras y a ver si así arrañamos siete diputados más.

La ley electoral no es que sea injusta, es que está mal digerida por los ciudadanos. Cuando tu votas por el Congreso no estás votando a un partido político nacional, si no a una listas de diputados que deben de representar a tu comunidad autónoma. Esto es una realidad, España es casi un estado federal y por lo tanto es totálmente lógico que un diputado del Partido Popular de Andalucía defienda cosas totalmente opuestas a las de un diputado del Partido Popular de Valencia.

De hecho, si rizamos el rizo, no sería descabellado afirmar que tu no votas a Rajoy o Rubalcaba, tu votas a unos diputados y estos proponen a su candidato al Congreso. Es el Congreso quien decide quien presidirá el estado. El problema es que en los partidos nacionales (véase Partido Popular, Partido Socialista Obrero Español o Unión Progreso y Democracia) cuando se forma el Congreso todos sus diputados pasan a tener una mente en forma de colmena y están obligados a seguir las directrices de una abeja reina. Es decir, o votan las directrices mandadas por Rajoy, Rubalcaba o Rosa... o serán expulsados de la próxima lista electoral. Esto es una realidad, la libertad de conciencia no existe ni en el Congreso ni en el Senado y por consiguiente todos los diputados de un mismo partido político votan siempre en bloque.

Esto es un problema, puesto que cuando un partido nacional sale electo con mayoría absoluta en el Congreso, por lo general se acaba haciendo "lo que él dice, sí o sí", transformando nuestro país en un estado pseudo-totalitario. Esto en la práctica nos ha traído en España las peores legislaturas en materia económica de nuestro país. Pasó con Felipe González, pasó en la segunda legislatura de Aznar y pasó con la segunda legislatura de Zapatero (que pese a no contar con mayoría, batió el récord de decretazos por ley).

Esto pone entre dicho nuestro sistema democrático. ¿De qué le sirve a un gallego o a un andaluz elegir a varios representantes de su región si luego el que decide es el presidente de su partido? De ahí que no sea descabellado pensar que la única alternativa real para recuperar la esencia de nuestro sistema democrático sea apostar por los partidos nacionalistas. No por carácter separatista, si no porque en la práctica son los únicos partidos capaces de respresentar 100% los intereses de tu comunidad autónoma. Además, existe un amplio abanico de partidos nacionalistas con distintas políticas, siendo el referente más claro la derecha catalana (Convergència i Unió) y la izquierda vasca (Amaiur).

Seamos realistas. Todos los españoles no somos iguales: Un madrileño puede irse a vivir a Barcelona, Bilbao o Valencia y tras mucho pelear puede conseguir que sus hijos reciban una educación 100% en castellano, un empleo donde pueda hablar 100% en castellano y que las instituciones públicas puedan darle un trato 100% en castellano. Podrá ser más fácil o más difícil, pero peleando lo conseguirá, puesto que es una de las normas que dicta la constitución española.

No obstante, recordemos que España tiene cuatro lenguas de carácter oficial: Castellano, Vasco, Gallego y Catalán/Valenciano. ¿Qué pasa cuando un valenciano intenta vivir en Madrid hablando su lengua materna? Pues que recibirá una contestación del estilo "esto es Madrid y aquí se habla español". Ahora bien, si aplicararamos la misma contestación en Valencia ("esto es Valencia y aquí se habla valenciano") se nos trataría de racistas e incluso de kale borroka.

Yo soy castellanoparlante, pero a diferencia de muchos otros que comparten mi lengua no me altero si la persona de delante habla en otro idioma. No me parece una falta de educación, si no un derecho que tiene. Además, el informe PISA revela que las comunidades autónomas bilingües obtienen resultados superiores en esta prueba, por lo que no hay que tener miedo de aprender un idioma nuevo.

Volviendo al tema principal, estaba comentando que tu no votas a un presidente del gobierno, si no a una lista de representantes que deben de representar exclusivamente a tu comunidad autónoma. Ahí está el principal problema de Rosa Díez. Ha conseguido más  de un millón de votos, pero en la inmensa mayoría de comunidades autónomas no ha resultado ser ni la primera fuerza política, ni la segunda, ni la tercera, ni la cuarta. Hay casos tan sangrantes como Cataluña, ¡donde el partido de Rosa ha sido la octava fuerza política! De hecho cuatro de sus cinco diputados corresponden a Madrid, donde se erigió como la tercera fuerza. ¿Cómo pretende equipararse el tercer partido político de Madrid a la fuerza más votada de Cataluña? El sistema es simple: UPyD no tiene 4 escaños por haber recibido más de un millón de votos a nivel nacional, si no porque le han votado 346.000 madrileños. En cambio CiU tiene 16 porque le han votado más de un millón de catalanes.

El caso es que yo estoy a favor de una reforma electoral más equitativa, pero no estoy conforme con la forma que propone Rosa Díez. Su forma de pensar es lógica en Madrid, pero está muy alejada de la realidad plural que predomina en nuestro estado. El enemigo, a mi entender, no está en el País Vasco, Cataluña o la Comunidad Valenciana. Al fin y al cabo, el número de diputados que tiene asignados cada comunidad autónoma depende exclusivamente del número de votantes que esta posee. El problema, en todo caso viene con el reparto de votos para asignar a los diputados de una comunidad: Para este reparto no se asigna una proporción de equivalencia entre votos y diputados, si no que se aplica la ley de Ohm. Esta ley es una ecuación que busca premiar a las fuerzas más votadas quitando votos a los partidos que no cumplan con un mínimo, de forma que así se pueda garantizar una estabilidad política.

3 comentarios:

  1. Con su permiso voy a compartir en feisvur esta entrada de su blog. No solo por estar de acuerdo con su analisis si no ademas por el sosiego con que lo trasmite. Lamentablemente creo que ninguno de mis contactos pasará de su primer parrafo si es que dignan siquiera a darle alguna importancia a mi post. Lamentablemente para mi en mi entorno la politica se interpreta con esa vieja maxima franquista de "Y de lo mio, qué"

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  2. Muchas gracias por su comentario, le deseo unas felices fiestas =)

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  3. El problema es que los madrileños (muchos de ellos) tienden a identificar a España, o al menos a esa España, con ellos mismos, de manera que, sí, se creen más españoles que nadie y creen que sus votos deberían valer más

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