17 años en Internet

23 octubre 2016

Uno abre una consola y no se espera duendes dentro



    Me trajeron a mi casa una “Nasa”, un clon de la “NES” que en su día fue muy popular en España, para ver si conseguía hacerla funcionar. Pero al abrir la bolsa me encontré con una NES original.
- “Pero… esto es una NES… Pero, sabes que ésta no tiene juegos preinstalados, ¿verdad?”
- “Sí, sí que los tiende. Un centenar me dijo.”
- “No, no, eso es la “Nasa”, ésta es la Nintendo original. Viene sin juegos en memoria.”
- “No, sí que tiene.”
- “No creo, esto es el modelo original.”
Total, monto la consola para verla en mi tele y le digo lo obvio:
- “Oye, falta un mando. No tienes en la bolsa.”
- “Claro, ¿por qué creías que te pedía que me compraras uno?”
- “Porque pensaba que ya tenías uno y que querías jugar a dos jugadores.”
    Así que enciendo su “NES”, sin mandos, ni cartuchos. Y me encuentro con el led del “Power” parpadeando y la señal de la televisión haciendo lo mismo, como si la consola estuviera reseteando la señal. En aquel momento no sabía que eso era lo que hacía una NES por defecto siempre que se enciende sin cartucho, por lo que busqué en Google… y los primeros resultados describían ese síntoma como un problema de suciedad y los autores de dichas entradas recomendaban desarmar la consola y limpiarla por dentro.

    Cojo toallitas húmedas, palillos de algodón, mi juego de destornilladores y mi bote de aire comprimido y comienzo a desarmar la consola. Nada más quitar la primera capa noto algo inusual: Lo que parece ser restos de bichos pequeños muertos.
- “Joder, tienes bichos muertos aquí. Normal que la consola no vaya por estar sucia…”
- “Aís, ¡qué vergüenza!”
    Desarmo la ranura del cartucho con cuidado y la limpio. Voy quitando tornillos y limpiando a cada paso… y levanto la placa de la carcasa.
- “¡Ostia!” – Suelto la consola y la dejo en el suelo a toda prisa.
- “¡¿Qué pasa?!”
- “¡Que tienes un bicho vivo ahí!”
- “¡No jodas!”
    Con la consola desarmada y en el suelo, levanto poco a poco la placa hasta que la separo de la carcasa y la coloco al lado. Y ahí estaba, tan campante, paseándose lentamente por la carcasa: Una cucaracha de unos 2 cm de largo.
- “Tienes una cucaracha en la consola.”
- “Ostras, qué vergüenza…”
- “Es la primera vez que veo algo parecido.”
- “¿Tienes insecticida?”
- “No, algo mejor.”
    No podía echarle insecticida, puesto que había componentes electrónicos por el suelo y no quería causar ningún desperfecto a la placa. Cogí mi bote de aire comprimido y empecé a rociar la cucaracha.
- “¿Qué es eso?”
- “Aire comprimido, a ver si la puedo quemar de frío.”
   Y funcionó, la cucaracha quedó noqueada y patas arriba, el problema es que salieron más. Poco a poco y con paciencia, fui rociando las diminutas cucarachas que salían de la consola y rematándolas con una sandalia. Cinco cucarachas muertas en total.

    Una vez acabado el circo de las cucarachas “nintenderas”, quito las cacas de bicho con toallitas húmedas y repasando los componentes electrónicos con el bote de aire, dejándolo todo bien limpio e higiénico, con cuidado de no dañar ningún componente.

    Pongo la placa en la caja y enciendo la consola… pero obteniendo el mismo resultado: La señal de la pantalla y el botón “Power” en parpadeo constante.
- “Está rota, ¿verdad?” – Me pregunta con angustia.
- “Creo que no, que el problema es que no tiene ningún cartucho puesto.”
    Le cuento entonces que sé de un lugar donde venden juegos de “NES” y con mucho “stock” en juegos “retro” y le convenzo para que llevemos ahora la consola ahí para ver si nos pueden prestar un cartucho para ver si la consola funciona. Así que rearmo la consola y partimos a dónde me vendieron un juego de Santiago Cañizares que no fue nunca de Santiago Cañizares.

    Y la verdad es que fue una experiencia bastante positiva. Les explicamos la situación a los dependienes y sin poner ninguna pega nos dejaron enchufar la “NES” en una pantalla gigante de tubo, amén de dejarnos también enchufar uno de sus mandos y de dejarnos jugar al “Double Dragon” original. Y mientras nosotros jugábamos, mi mujer y mi hermano se encontraban como si acabaran de descubrir la cueva de Alibabá, mirando la tienda de cabo a rabo. Y no les culpo, se encontraban en el paraíso del juego retro en mi barrio.
- “¡Mira Sebastián! ¡Recreativas! ¡Un dron!”
    Salimos de dudas respecto a la NES, claramente funcionaba, por lo que la amiga de mi hermano se encontraba totalmente feliz. Para agradecerles la amabilidad les compré un cable de RCA a Euroconector por un euro y medio, para que ella no tuviera que sintonizar nada para jugar a su “nueva” NES.

    Y mientras mis acompañantes se deleitaban con el sitio que venía de descubrirles, yo me puse a lo mío, a ver sus juegos retro. Y ahí vi un “Sonic 3D”, con caja.
- “Oye, ¿cuánto pedís por ese “Sonic 3D”? No tiene precio.”
- “Está a 19€, pero te lo puedo dejar hasta 15€”.
- “¿Pero ese no dicen que es malísimo?” – Me pregunta mi mujer.
- “Sí, pero está muy cotizado.”
- “¿Cómo va a ser bien cotizado si es malo?”
- “Es la magia de los 16 bits.”
    Realmente me sonaba que ese juego valía más de 20€ por internet y además recordaba que pese a ser un juego bastante odiado, en su día la Hobby Consolas le puso un “99%”. Pero claro, yo soy de los que piensan que ese “99%” se lo pusieron por pena, puesto que en Super Nintendo ya le habían dado unos meses antes la misma nota al Donkey Kong Country de turno. Realmente yo el que quería era el Sonic 1 que tenían también con caja más abajo por 12€.
- “Hagamos una cosa, te doy esos 15€ por él y me llevo también ese Sonic 1”.
- “Vale. Bueno, te lo dejo todo en 25€.”
- “A ver, que ya me has descontado 4€ por el “Sonic 3D”, ¿y ahora me descuentas otros dos euros?  Se supone que tienes que hacer negocio con lo que vendes.”
- “Nuestro lema es dejar contentos al cliente.”


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Bonus track: Reverso de la caja original del Sonic 1: "Sónico el Puercoespín".




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